CURADURIA
El arte contemporáneo puede llegar a incomodar. Introducirse en ese mundo invita a recorrer un camino que puede resultar difícil. Desde ya, el concepto de contemporáneo ligado al arte instala cierto filtro inicial. La mayoría de nosotros nos hemos encontrado frente a una obra de arte contemporáneo y nos hemos preguntado ¿qué quiere decir?, ¿esto es arte?. Y es así. Este arte genera polémica y la seguirá generando en tanto provoque, en tanto salga del canon y de aquel arte original que se enseña como manifestación artística primordial: la mímesis, lo figurativo y el realismo. Es desde entonces que empezamos a buscar en el arte relaciones rápidas entre lo que vemos y lo que conocemos. Pretendemos encontrar imágenes ya vistas y procuramos entender qué quiere decir o qué significa, exigiéndole al objeto artístico una funcionalidad concreta que no nos corra demasiado del eje y nos permita seguir nuestro camino sin sobresaltos.
Y esto resulta llamativo a la vista de la incorporación a la vida cotidiana de dispositivos tecnológicos que no hacen otra cosa que ofrecernos imágenes ya filtradas, concretas, fáciles. No nos exigen más que una contemplación pasiva y nosotros tampoco exigimos más que eso, entonces, ¿por qué exigírselo al arte contemporáneo?
Quizás lo que nos moviliza es justamente que nos está exigiendo algo más. Porque procura, en una primera instancia, una mirada activa, presente y un análisis formal y poético. Pide que observemos la materia, que identifiquemos el proceso creativo y que busquemos recursos propios para registrar emociones y sentimientos. Y como si fuera poco, supone una investigación aparte, puesto que no podemos obviar que la obra fue concebida bajo un contexto y lugar particulares, por una persona con historia, nacida en cierto lugar, cierto año y crecida en ciertas circunstancias.
Esta información adicional que no siempre nos es dada, compone también parte de la obra y aún mayor parte de lo que podamos ver en ella. Como final para este banquete, el arte contemporáneo también deja lugar a emprender esa búsqueda inexorable de filiaciones con universos ya conocidos por uno. Y este es el paso más íntimo e indispensable para encontrarse con una obra de arte. La exigencia que antes pretendimos del objeto, repensémosla poniéndonos en el lugar de sujeto: ¿quiere decir algo para mí?, ¿me significa algo?. Pensar al arte contemporáneo como una experiencia estética y personal es necesario para derribar mitos y estigmas creados en torno a este ámbito y así poder llegar a nuevas reflexiones e intercambios, tanto en el campo del arte como en la sociedad misma. !