La ansiedad patológica es una de las pandemias de este siglo.
La vorágine de los tiempos que corren favorece una cotidianeidad vertiginosa y extremadamente ansiógena para nuestra mente, cerebro y cuerpo.

No es casual que la mayoría de los pacientes que llegan a mi consultorio padecen trastorno de ansiedad en sus diversas variantes (ataque de pánico, fobias específicas múltiples, trastorno obsesivo compulsivo, ideas obsesivas, entre otros).
¿Qué es la ansiedad?
Se trata de una emoción y como tal es esperable que este presente en durante el día aunque debemos distinguir entre la ansiedad positiva; ese motor que me impulsa a realizar actividades, a salir de mi zona de mi confort y embarcarme en nuevos desafíos y proyectos de la patológica.

Esta última es la que me inhabilita o me genera un malestar significativo a nivel psico-físico (pensamiento acelerado, catastrófico, anticipatorio, cefalea, molestias estomacales y/o intestinales, contractura muscular crónica, miedos irracionales, preocupación constante por lo que pueda ocurrir, etc.)
¿Qué podemos hacer para regular nuestra ansiedad patológica?
El primer paso es aprender a identificar su presencia reconociendo algunos de los síntomas que detalle anteriormente, esa es la clave de todo tratamiento, el diagnóstico.
El control del pensamiento es fundamental para reducir los niveles de ansiedad.

Necesitamos que ese pensamiento sea positivo y cuando digo positivo no me refiero a “color de rosa”, sino simplemente objetivo, en concordancia con nuestro contexto y posibilidades reales, pero si motivador, que nos impulse y nos genere esa “ilusión “ que nuestro cerebro tanto necesita para funcionar de manera proactiva.
Mindfulness
Asimismo, el ” Mindfulness” o estado de conciencia plena nos propone estar atentos al momento presente, a nuestro “aquí y ahora”, en conexión con cada actividad que realizamos desde nuestros cinco sentidos alejados de la nostalgia y tristeza del pasado y de la ansiedad que nos provoca el futuro.

Una caminata consciente en conexión con el entorno, el contacto con la naturaleza, el ejercicio físico regular, la respiración profunda y el hábito diario de la meditación, son acciones concretas y accesibles que debemos incorporar en nuestro estilo de vida, ya que sus beneficios a la hora de autorregulación y gestión de estrés y ansiedad están científicamente comprobados.



En este sentido, cabe destacar que estas recomendaciones conductuales son las responsables de la reducción de niveles elevados de cortisol en sangre, esta hormona conocida como la “hormona mala u hormona del estrés”.
No obstante, claramente la psicoterapia es un espacio privilegiado para el tratamiento de este tipo de patología donde realizamos un tratamiento y seguimiento de acuerdo a las necesidades y posibilidades de cada consultante.
Psic. Sabina Alcaraz | CC y EMDR, 1º Psicoesteticista en LATAM, Podcaster, Escritora | @psic.sabinaalcarraz